miércoles, 28 de octubre de 2009

VALLE DEL MANTARO

EL VALLE DEL MANTARO -
Escribe: Roberto Ochoa B.
Primera Parte
Luego de llegar hasta las faldas del nevado Pariaqaqa, atractivo principal del parque turístico de la SAIS Túpac Amaru, y de visitar Tarma, La Merced y San Ramón; ANDARES-Guía del Viajero continúa su recorrido por el hermoso Valle del Mantaro, una de las zonas de mayor desarrollo turístico en los últimos años. La ruta empieza por Jauja -la primera capital del Perú- y termina en la próspera Huancayo, pasando por los bellos poblados situados en ambos márgenes del Mantaro, "El río del destino".Los primeros turistas que llegaron a Junín fueron 24 españoles, un cura y un esclavo negro dirigidos por Hernando Pizarro, hermano mayor de Francisco. Fue en enero de 1533 y el motivo de su viaje fue un turbio "negocio" : el secuestro. Hernando y sus muchachos se dirigían a Jauja para cobrar el cuantioso botín en oro y plata exigido para liberar al inca Atahualpa, amo y señor del Tawantinsuyo.Ellos ingresaron por el norte del departamento y lo primero que les llamó la atención fue el enorme lago Junín, poblado de patos silvestres, garzas, parihuanas y peces. Decenas de aves similares a las observadas en Tumbes flotaban en sus aguas transparentes que reflejaban el azul intenso del cielo serrano. Un paisaje que contrasta con el actual. Hoy en día el lago Junín luce opaco y sin vida por la contaminación generada por la próspera e irresponsable industria minera.Pero a los conquistadores-secuestradores no les interesaba la ecología. Ellos cruzaron las pampas de Bombón hasta el pueblo de Junín, donde el general inca Calcuchímac los dejó plantados negándose a entregar el botín ofrecido. De allí siguieron hacia Jauja, donde apenas lograron cargar un pequeño porcentaje del rescate, pero quedaron prendados de la amplitud de su valle, de su incontrastable clima, de sus enormes sembríos regados por las aguas del río Mantaro, por la cercana laguna de Paca y los innumerables puquios de aguas cristalinas que brotaban de las entrañas de una tierra tan hermosa.Esto fue comprobado tiempo después por el propio Francisco Pizarro, quien después de cobrar el rescate, matar al inca y saquear el Cusco, llegó al valle del Mantaro y fundó la capital del Perú en Xauxa Tampu, bautizándola precisamente como Xauxa o Jauja, un singular vocablo que en árabe significa "pasadizo" (recordemos la enorme influencia del mundo árabe en España) en castellano arcaico se traduce como "país maravilloso" y en idioma wanca significa "bonanza" o "tranquilidad Al parecer, la zona llenó de nostalgia a los conquistadores, pues muchos lo comparaban con las sierras de Castilla, en España.Casi al mismo tiempo se fue poblando Huancayo (que significa "piedra de los wancas") un estratégico tambo por donde pasaban los enormes caminos incas que unían al Cusco con los cuatro suyos.Pero por razones geopolíticas Francisco Pizarro tuvo que cambiar de capital, fundando La Ciudad de los Reyes en la costa, pero su apego a Xauxa fue tal que en sus once años de gobierno por lo menos seis veces volvió al Valle del Mantaro siguiendo el viejo camino inca que unía Pachacamac con el Cusco, pasando por el nevado Pariaqaqa.Sin embargo la historia de Junín se remonta diez mil años atrás, según demostraron las investigaciones arqueológicas dirigidas por Ramiro Mattos Mendieta, en Pachamachay; y del Instituto Francés de Estudios Andinos en Telarmachay. En ambos abrigos rocosos ubicados en las punas de Junín se desarrolló el proceso de domesticación de los camélidos sudamericanos (llamas y alpacas); que influyó en el acelerado desarrollo cultural de la zona: Siglos después, en Junín se desarrollaron las aguerridas naciones Pampus, Tarumas y Wancas, conquistadas por los Incas luego de largas guerras de conquista. Hasta la llegada de los españoles, Jauja fue una de las zonas más importantes del Tawantinsuyo debido a su estratégica ubicación y a la red de caminos que unían los cuatro suyos, permitiendo el intenso intercambio comercial entre los poblados de la costa y sierra del Antiguo Perú.Es precisamente en la famosa calle Real, en la actual Huancayo, donde pasaba una importante intersección de caminos incaicos que favorecían el intercambio comercial, y es allí donde todos los domingos se realiza la célebre feria huancaína.
Jauja, la puerta del valle Jauja es la puerta de ingreso al Valle del Mantaro. Por la Carretera Central se llega al puente Stuart donde el camino se bifurca siguiendo ambos márgenes del río. El de la izquierda nos lleva a Jauja, donde nos recibe la enorme imagen de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad.Poco o nada queda del antiguo esplendor colonial de la primera capital del Perú.Apenas si merece visitarse la catedral o recorrer la feria comercial que todos los sábados se celebra en las principales calles de la ciudad. Poco queda de aquella ,bella ciudad serrana de diseño español. La plaza de armas de Jauja ha perdido su belleza arquitectónica original con la irresponsable construcción de edificios "modernos" en su perímetro. Moles de cemento de varios pisos con ventanas de aluminio y vidrios polarizados sobresalen como monumentos a la huachafería y sólo se salvan algunas zonas de la calle Junín donde se pueden observar soberbias casonas coloniales en muy mal estado de conservación.Pero todo esto se olvida al salir de Jauja para visitar sus alrededores. Visita obligada es la cercana laguna de Paca, donde se puede conseguir una buena habitación.La laguna de Paca es la zona turística más visitada del Valle del Mantaro. Su enorme espejo de agua cuenta con hoteles y restaurantes que los fines de semana se llenan de visitantes para pasear por sus aguas o para saborear una deliciosa pachamanca o un plato de trucha frita. Sin embargo, pese a la prohibición municipal, siguen funcionando numerosas lanchas a motor que contaminan sus aguas y que han espantado a las aves y peces que poblaban su laguna.
EL VALLE DEL MANTARO - Segunda Parte
Desde ahí emprendemos una caminata hacia el pueblo de Paca, donde por fin podemos gozar de la belleza de un poblado típico del Valle del Mantaro, con sus estrechas calles, hermosas casonas con techos de tejas y pequeños bosques de eucaliptos, ese viejo árbol que trajeron los españoles desde Oceanía y que se adecuó perfectamente al clima de las serranías peruanas. Los pobladores de Paca, orgullosos y solemnes, son los mejores guías de la región. Con ellos paseamos por las calles hasta las orillas de la laguna, donde aún sobreviven algunos patos silvestres escondidos entre los totorales. Para continuar nuestra visita debemos retornar a Jauja, donde está el paradero de "combis" para todos los poblados vecinos.Elegimos el que va a Tragadero, hacia el nor-oeste, otra hermosa laguna cercana a un bello y apacible poblado jaujino. Desde ahí visitamos Pachascucho y Chocón. Luego Acolla (célebre por su danza de Negrería) y ]arco, conocido por su fiesta de carnaval. De regreso a Jauja pasamos por Huancas y Yauyos, famosa por su tunantada.Luego nos dirigimos hacia el este de Jauja para visitar la hermosa campiña y el poblado de Huertas. Hacia la derecha seguimos a Julcán y Masma, célebres por su industria de calzado; y hacia la izquierda llegamos a Molinos, puerta de ingreso a la zona de Trinchera, un estrecho rincón de la campiña jaujina, donde paseamos por sus hermosos bosques de eucaliptos y llegamos hasta una cascada cercana a la piscigranja local. Un lugar que bien merece dedicarle todo un fin de semana.Como todos los caminos conducen a Jauja, esta vez nos dirigimos hacia el noreste para visitar la linda campiña y las colinas cubiertas de bosques en Pancan, Huala, Yauli y Chunan, un pequeño poblado por donde paseamos hasta llegar a las orillas de la laguna de Paca.Izquierda y DerechaEn el paradero principal de Jauja de encuentran los cómodos buses anunciando "izquierda" y "derecha" a toda voz. Se trata del recorrido por las autopistas ubicadas en ambas márgenes del Mantaro y que se vuelven a unir en Huancayo. Esta vez elegimos la "derecha", una ruta que nos depara una hermosa vista de la campiña cercana al río, con poblados rodeados por enormes campos de cultivo y bosques de eucaliptos. Aquí se puede gozar del esplendor de los valles interandinos, con zonas para el esparcimiento familiar y restaurantes de comida típica. Pasamos por Huaripampa, Muquiyauyo, Muqui, Pacarmarca y Huancaní, donde se puede alquilar un caballo para pasear por las orillas del Mantaro, bajo al sombra de enormes eucaliptos.Nos detenemos en Sincos para fotografiar sus hermosas casonas coloniales y su bella parroquia. Desde ahí nos internamos hacia Aramachay y Kicha (poblado de alfareros) y luego hacia Llacuari y Pajonal, una zona propicia para realizar deportes de aventura.De retorno a la margen derecha del Mantaro continuamos por la autopista hasta Huaycha, desde donde seguimos hacia Chupaca. Es sábado y podemos recorrer la enorme feria de productores instalados en las principales calles de la ciudad. Carretillas repletas de frutas, verduras y tubérculos, puestos que ofertan los célebres sombreros de San Pedro de Cajas, los zapatos de Julcán y otras prendas de vestir; dan colorido a las principales arterias de Chupaca como un preámbulo a los que será la feria dominical en la vecina Huancayo.Desde ahí tomamos un taxi para visitar Ñahuimpuquio, un hermoso espejo de agua ubicado en el distrito turístico de Ahuac. También se puede llegar en "combi" desde Chupaca hasta el poblado de Ahuac, y luego de una corta caminata llegamos hasta el restaurante La Pacarina, construido en las orillas de la laguna.Allí nos enteramos de que Ñahuimpuquio significa "ojos de lágrimas transparentes", que es una laguna encantada y que se origina en dos puquiales ubicados en las alturas de Ahuac. Cuenta la leyenda que en el fondo de la laguna hay dos campanas de oro que suenan a las doce de la noche anunciando sus encantos.Luego de navegar por la pequeña laguna nos dirigimos a un cerro vecino para visitar los restos arqueológicos de Arhuaturo, una enorme ciudad de piedra de origen Wanka. La caminata dura media hora y se asciende sin contratiempos por un camino especialmente construido por la comunidad campesina local. Desde allí se puede gozar de una hermosa vista del valle con su laguna en forma de ojo, rodeado de totorales.Casi a las seis de la tarde dejamos Ahuac no sin antes comernos unas truchitas fritas rociadas con un par de cervecitas al ambiente. El viento frío se filtra entre las ramas de los eucaliptos y vemos las bandadas de patos nadando cómodamente en las frías aguas del Ñahuimpuquio, que reflejan el estallido de colores rojos y amarillos del atardecer. No hay duda , es una laguna encantada.Media hora más tarde llegamos a Huancayo, capital del departamento de Junín y una de las ciudades más prósperas y cosmopolitas de los Andes peruanos. La urbe luce muy bien iluminada, con sus calles limpias y repletas de automóviles y de transeúntes.Su zona comercial es una de las más activas del Perú y lo comprobamos recorriendo la legendaria calle Real rumbo a la Casa del Artesano, donde se puede adquirir artículos de plata, prendas de vestir, mates burilados, tallados de madera y otros productos típicos de la región.Luego visitamos la iglesia catedral para extasiarnos contemplando los hermosos lienzos de la escuela cusqueña que conserva en su interior.Seguimos paseando por la Plaza Constitución y la cercana capilla La Merced, elevada a Monumento Histórico Nacional por tratarse de una de las pocas construcciones virreinales que aún se conservan en pie. Otro lugar de interés es la Plaza Huamanmarca, lugar donde fue fundada la ciudad en 1572, el mismo año en que fue instaurada oficialmente la famosa feria dominical de Huancayo, el evento comercial más importante de los Andes peruanos y lugar de visita obligada para los turistas nacionales y extranjeros. Allí se pueden adquirir artesanías de todo Junín, así como productos industriales y agropecuarios.A sólo un kilómetro de Huancayo visitamos el Cerrito la Libertad, un mirador natural desde donde contemplamos extasiados todo el Valle del Mantaro. Se trata de uno de los rincones favoritos de los huancaínos, pues cuenta con juegos recreativos, piscina semi olímpica y un pequeño zoológico.En los alrededores de Huancayo visitamos el anexo Hualahoyo, célebre por la antigua capilla que guarda 20 lienzos de la escuela cusqueña y luego nos dirigimos hacia el sur para conocer el santuario de Wari-wilca, un recinto arqueológico descubierto en 1935 y considerado como una de las sedes principales del llamado Imperio Wari.De vuelta a Huancayo contemplamos la imponente silueta del nevado Huaytapallana, de 5,300 m.s.n.m., que en los últimos años se ha convertido en foco de atención para los practicantes de los deportes de aventura, algo así como "el Pastoruri de Huancayo". Escalamiento de roca, esquí, caminatas, bicicleta de montaña y otras prácticas de andinismo, se puede realizar en el nevado, previa contratación de los servicios de guía turística ofertados en todos los hoteles huancaínos.

EL VALLE DEL MANTARO - Segunda Parte
Desde Huancayo emprendemos el retorno a Jauja por la margen izquierda del Mantaro. No exageramos si decimos que toda la zona cuenta con hermosos atractivos turísticos. Nosotros elegimos San Jerónimo de Tunán, un antiguo poblado fundado en 1542 y célebre por su artesanía en plata. Luego de visitar su iglesia principal, construida en 1577, nos paseamos por la avenida principal para visitar sus innumerables joyerías, donde se pueden adquirir a precios módicos las finas artesanías hechas de filigrana de plata. Desde allí seguimos hasta Concepción, ingresando por una hermosa alameda que termina en la plaza principal de la ciudad.Concepción es la puerta de ingreso a una de las zonas más visitadas de Junín. A sólo diez minutos se encuentra el célebre convento de Ocopa, "foco perenne de peruanidad y luz evangélica" como la calificó don Raúl Porras Barrenechea.Construido en 1825 por la congregación franciscana, desde sus claustros partieron cientos de sacerdotes misioneros para evangelizar a los indios de la selva amazónica. En su interior visitamos el claustro de la Portería, del Padre Pío, de la Obrería y del Olivo. De ellos elegimos el de la Obrería, el primer claustro construido a principios del siglo XVII y que conserva su bella y solemne arquitectura original.Sus otros ambientes han sido restaurados, conservando pinturas murales y los hermosos lienzos de la escuela cusqueña, que hacen de su pinacoteca una de las más importantes de América. Otro lugar de visita obligada es su célebre biblioteca, con 20 mil volúmenes que datan desde el siglo XVI, incluyendo joyas bibliográficas e incunables. En el centro de la biblioteca están expuestos rarísimos ejemplares de biblias, mapas antiquísimos y un catecismo escrito en castellano arcaico, quechua y aimará.En uno de los pisos del convento se pueden observar las finas acuarelas del Padre Pelosi, un franciscano que plasmó con su pincel los hermosos paisajes y retratos de los lugares que visitó mientras se desempeñó como misionero en las selvas amazónicas. También se pueden contemplar las réplicas de los cuadros más famosos del Museo del Prado, realizados por el propio Padre Pelosi. De Ocopa seguimos hasta Ingenio, el conocido "Valle Azul" de Junín, llamado así por los hermosos paisajes que cada fin de semana congregan a cientos de familias de todo Junín y a decenas de turistas en sus albergues y restaurantes campestres.De vuelta a Jauja cerramos el círculo del Valle del Mantaro contemplando un crepúsculo dorado a orillas de la laguna de Paca. Da pena dejar éste lugar. Aun no retornamos a Lima y ya extrañamos la hospitalidad de su gente, la belleza de su paisaje, el cálido y acogedor clima. A lo lejos, sobre las montañas cercanas al HuaytapaIlana se desata una tormenta eléctrica que imaginamos como una despedida. Y comprendemos por qué Francisco Pizarro quiso que la capital del Perú se instalara en este hermoso rincón de los Andes peruanos.
CORTESIA: ANDARES